
Esperanza y miedo de la mano como dos amantes apasionados, condenados tarde o temprano a separarse, cómplices predestinados a traicionarse, confidentes que solo se usan para soportar los golpes duros que dejan hematomas y moralejas en los caminos… hasta que un día frío de noviembre acaba la guerra de los cien años y la esperanza y el miedo se miran a los ojos, se dan el beso de judas y cada quien toma su camino, con lecciones que solo el futuro, manzana de la discordia, sabe si aprendieron.
Un día el futuro se hace presente y que rápido pasa haciéndose pasado y veredicto cuando se escribe y dictamina: “la condena es tal y los condenados los sueños”, espermas de la esperanza, que sino florecen en hermosas y no por eso menos peligrosas selvas, se van al inodoro, donde lo único que se fecunda es la mierda de un soldadito más de carne y plomo enfilado a un ejército infinito de guerreros que perdieron la fe.
¡Esperanza y miedo están a punto de atacarse por la espalda!
La esperanza y el miedo son inseparables.
François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.